viernes, 18 de enero de 2013

EL HOMBRE ES BUENO POR NATURALEZA


Según Sócrates o Rosseau era bueno.

Según Hobbes era malo.

Cuando hablamos de si es bueno o malo, nos referimos al aspecto egoísta. A la capacidad de renunciar al bien propio para regalar el bien ajeno o por el contrario a la opción del beneficio propio por encima del bien común o del prójimo.

Es probable que bueno o malo no se nace, se hace.

El ser humano no es esclavo de una serie de acontecimientos que le acaban derivando a la bondad o la maldad. El ser humano es libre para ambas.

Podemos imaginar una persona que incluso en las peores situaciones opte por la generosidad sin límite. Los cristianos con Jesús lo tenemos fácil.

También podemos imaginar una persona que opte sistemáticamente por lo que más le conviene sin importarle las consecuencias que traiga para el resto.

Podemos imaginar cientos de millones de personas que, víctimas de injusticias o actos de caridad realizados por otras personas con las que se entremezclan, día tras día se deben elegir la respuesta a las mismas: la bondad o la maldad.

Esta reflexión es importante. No es una simple teoría filosófica porque nos interpela en lo siguiente:

- Nuestros actos no son aislados. Tienen repercusiones. Se suman a miles de millones de acciones que configuran el mundo en el que vivimos. Algunas de ellas, en solitario o junto a otras muchas se prolongarán durante años afectando a generaciones futuras. Nuestra opción día tras día, es nuestra aportación y la huella que dejaremos en nuestro paso por este mundo.

- Hay gente mala. ¡Atención Cristianos, hay gente mala en el mundo!. Hay gente que hace una opción libre y sin complejos por hacer el mal. Conozco muchos cristianos que vivien en un mundo de fantasía y se sorprenden cuando se topan con la maldad humana y esto les ocurre porque para amar al prójimo recurrieron al truco de pensar que, los malos, eran en realidad buenos que no podían obrar de otra manera. Los cristianos amamos a los malos, pero no porque sean buenos travestidos, sino porque son hijos de Dios.

Por lo tanto, hay que ser astutos como serpientes porque hay malos, y hay que andar con cuidado. Especialmente en no convertirse en uno de ellos.

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